Estas gemelas siamesas estaban unidas por el abdomen, y juntas solo tenían dos piernas, un riñón y un hígado compartido. Cuando tenían 4 años, los médicos decidieron separarlas. La operación duró 26 horas, pero cada una obtuvo su propio cuerpo.
Kendra y Malia Herrin nacieron como gemelas siamesas; sus cuerpos estaban unidos por el abdomen, y juntas compartían solo dos piernas, un riñón y un hígado. Los médicos advirtieron a los padres de inmediato: la separación no solo sería difícil, sino peligrosa, casi imposible. Sin embargo, los padres no se dieron por vencidos. Durante muchos meses, consultaron con cirujanos de renombre, escucharon las previsiones y analizaron los riesgos. La decisión fue angustiante, pero se dieron cuenta de que, si no lo intentaban, sus hijas no tendrían ninguna oportunidad de llevar una vida normal.
Cuando las niñas cumplieron cuatro años, un equipo de docenas de médicos, cirujanos y anestesiólogos comenzó la operación. La intervención duró casi 26 horas. ¡Y luego, éxito! Dos vidas pequeñas existían por separado. Los primeros meses después de la operación fueron terribles. Las niñas aprendieron a existir de nuevo: primero a sentarse, luego a gatear, y después a caminar con prótesis, ya que cada una solo tenía una pierna. Tuvieron que someterse a varias operaciones más, incluida un trasplante de riñón, pero Malia y Kendra demostraron ser unas verdaderas luchadoras.
Hoy, 18 años después de esa operación tan trascendental, las hermanas viven una vida rica y vibrante. No solo superaron los desafíos, sino que también inspiran a miles de personas con su historia. Kendra encontró consuelo en el arte; los pinceles y pinturas se convirtieron en su forma de expresar emociones, y más tarde dominó el diseño digital. Malia se interesó por la música, cantó en el coro escolar, y luego tomó una guitarra y aprendió con entusiasmo a tocar sus melodías favoritas.
